Carta enviada a Música Clásica Argentina por Alicia Tezian, el domingo 22 de julio de 2001
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Vergüenza Nacional
La Secretaría de Cultura de la Nación (Sr. Darío Loperfido) hace festivales de Música Folklórica, popular, rock ciudadana en España, Inglaterra o festivales "Argentina en vivo" Pagando grandes sumas en dólares por Artista Popular y debe a editoriales de Música Clásica y a artistas contratados.
La destacada pianista Argentina Elsa Poppulo no puede actuar interpretando el cuarto concierto de Rachmaninoff el proóximo viernes 27 de julio porque la Secretaría de Cultura de la Nación, Sr. Darío Loperfido, debe desde hace dos años los alquileres de las obras a los editores y no autoriza su pago (además de no recibir a nadie de la Cultura y no estar nunca en su despacho).
Espero que esta nota haga efecto en las más altas autoridades de la Nacion y Elsa Puppulo pueda actuar, el próximo viernes, con la Orquesta Sinfónica Nacional en el Auditorio de Belgrano.
Cordialmente,
Alicia Terzian
Dice la pianista argentina Elsa Puppulo:
Pocos países han comprendido que, en momentos de severas crisis materiales o morales, uno de los principales salvavidas lo constituye la cultura.
Cuando países en guerra mandaban artistas al frente de combate, cuando países bombardeados le daban conciertos al pueblo en salas subterráneas, no estaban haciendo actos demagógicos, sino que se dirigían al objetivo de cultivar a su pueblo para fortalecer el espíritu.
La tendencia, pues, de justificar atentados a la cultura con el pretexto de crisis económicas es pura cháchara.
Fui contratada por nuestra benemérita y castigada Orquesta Sinfónica Nacional para colaborar con sus profesores en un concierto de su ciclo, el viernes 27 de julio proximo.
Inopinada, impensada, imprevistamente, una semana antes del evento se me avisa de la imposibilidad de ofrecer mi arte junto a la orquesta porque se aducen problemas de presupuesto para pagar el alquiler de partituras. La verdad es que a quien las renta le deben tanto dinero que parece haberse cansado de fiar y de que no le reconozcan la deuda, al menos a futuro.
Me pregunto si las palabras de cualquier funcionario de turno a cargo de la Cultura podrán servir para enmendar este desatino. La queja no es profesional, ni siquiera personal: es una reflexión ciudadana de quien siempre luchó por las cosas nuestras, y de quien se resistió obstinadamente a emigrar en forma definitiva.
Estas cosas que nos pasan todos los días, y que parecen pasarles inadvertidas a los burócratas a sueldo, son las que originan las largas colas frente a consulados y embajadas extranjeras.
Dios salve a nuestra Argentina, ya que nosotros no somos capaces de encarrilarla.
Elsa Puppulo, pianista.