Transcurre en un pueblito jujeño.
Fiesta jujeña. Terminado el Carnaval, el pueblo celebra la partida de los mineros. En el conjunto se destacan los hermanos Amancay y Tarky, huérfanos desde pequeños. Este, joven y ambicioso, decide subir a la montaña para desentrañar los posibles tesoros allí escondidos.
Danza de los mineros. Tarky y los mineros bailan una ruda danza. Se advierte la ausencia de Amancay, que se ha alejado temerosa y acongojada. Finalizado el baile la animación decrece y la gente concentra su atención en la muchacha; hay murmuraciones. Paulatinamente renace la algarabía anterior ante la indiferencia de Amancay.
Chacarera. Un paisano invita a su pareja a danzar.
Huainito. Tarky toca en la quena un huainito montañés, para consolar a su hermana. Luego la abraza, saluda a las tres cholas que la acompañan y va a reunirse con los mineros que se alejan. Amancay corre hacia ellos y se suma a la gente que los despide, agitando sus pañuelos.
Anochece sobre un típico cuadro norteño; las cholas permanecen en cuclillas, mientras una viejecita hila en la puisca y Amancay mira hacia donde partieron los mineros.
Danza de Amancay. La joven expresa sus distintos estados de ánimo, entre los que impera la desesperación.
Pantomima. Las tres cholas realizan una pantomima cómica pues simulan reñir por sus novios, mientras Amancay, a un costado de la escena, permanece ajena a todo.
Entra un grupo de muchachitos, uno de ellos lleva una quena y otro un tamborcillo. Comienzan a tocar el huanito de Tarky, y hacen bromas a las cholas. Amancay despierta de su abstracción y escucha la melodía con infinita pena. De improviso, presa del cólera, corre hacia el chicuelo de la quena y lo ataca. Entretanto la viejecita, fatigada por el alboroto, aleja a los presentes. Ya a solas con la joven y comprendiendo su aflicción la abraza maternalmente; ambas se van, caminando con lentitud.
Escena del volcán. El lugar está desierto. El volcán se estremece y la gente aterrada irrumpe la escena. Amancay, confundida en medio de la agitación reinante, consigue llamar la atención haciendo repicar la campana de la capilla y entonces revela el secreto a Tarky; suplica que oren por la salvación de los mineros.
La procesión. Cuando atraviesan el escenario los promesantes, a un nuevo estallido del volcán sucede milagrosamente la calma.
El alba. Se oye una quena lejana, que le permite adivinar a Amancay que su hermano regresa. Transfigurada por la alegría, lo comunica a los presentes. Aparecen Tarky y los mineros, abatidos por la terrorífica visión del volcán.
Final. Es de día; ya repuestos de las impresiones recibidas, todos bailan una brillante danza. |