Prudencia de método
por Ana Lucía Frega
La Nación, Lunes 11 de febrero de 1980, Educación musical
Durante el final de 1979 hemos leído, con razonable asombro y mucha preocupación, las referencias publicadas en algunos medios periodísticos con respecto a posibles convenios o acuerdos entre la Municipalidad de Buenos Aires -vía área educación- y una institución privada que promueve un "método actualizado" para la enseñanza de la música. Todo gira alrededor de los órganos electrónicos, tan en boga hoy.
La autora de estas líneas -que valora la nobleza de dichos instrumentos cuando ellos son de buena calidad y que entiende con claridad de especialista los valores expresivos que puede aportar la incorporación de ciertos recursos computados- debe su preocupación al conocimiento detallado que posee el método en cuestión, de origen japonés.
Muchas veces, durante los últimos veinticinco años, hemos padecido modas metodológicas con intenciones hegemónicas. Hasta hubo un intento, felizmente fallido, de imponer el método Orff como obligatorio para la enseñanza musical escolar primaria. Luego, fue la moda Willems -más tarde, Kodaly ¡Hay otras! Y siempre, el sentido común de los funcionarios -la lucha esclarecedora de algunos de nosotros, los especialistas- han logrado neutralizar intentos a todas luces erróneos psicopedagógicamente hablando.
Ahora, el intento viene en la forma de una metodología particularmente estructurada, casi diríamos con rigidez. Elaborada en su país de origen, previendo como secuencias de contenidos definitivos, propuestas que todavía están en estudio; desconociendo los válidos aportes de algunos sistemas que nombramos incluso más arriba, ya ha ido intentando su entrada en otros países de Latinoamérica. Y debemos apuntar que los logros, filosófica y pedagógicamente hablando, no han sido muy brillantes.
Es que no debe haber transplantes metodológicos, ya que los enfoques didácticos nacen, sobre todo, como producto de la personalidad del propio creador y del entorno sociocultural en el cual se mueve. Y esto no se repite.
Por ello, las modernas y científicas corrientes pedagógicas se vuelven hacia la investigación descriptiva, exploratoria o experimental para ir encontrando las razones, de validez empírica, que sostengan los progresos y los ajustes en materia curricular y de procedimientos.
De todo esto se desprende una vez más el valor de la educación comparada que, fijando marcos referenciales, permite la evaluación de las propuestas con fines de diagnóstico
Lo hasta aquí expuesto someramente justifica nuestro asombro y sorpresa. Porque sabemos que nuestra Intendencia actual está caracterizada por una energía y un dinamismo muchas veces encomiable. También, por una gran firmeza de resoluciones. Si es así, si las informaciones de marras fueran correctas, y esto fuera llevado a cabo irremisiblemente, se estaría cometiendo un grueso error metodológico y cultural, ya que, en definitiva, nos encontramos ante un enfoque didáctico que, por su estructura, no promueve el crecimiento personal ni de maestros ni de alumnos. Sus principios no coinciden con los encuadres filosófico-pedagógicos que sustentan un sistema que intenta ayudar al hombre argentino a ser persona.
Su praxis no ayuda a crecer.
Esperamos que la prudencia no haya sido dejada de lado en temas tan delicados como los educativos que tienen que ver con el desarrollo de la inteligencia y de la sensibilidad, dos de las conductas más nobles del ser humano.
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