Terapia y música
por Ana Lucía Frega
La Nación, Lunes 28 de julio de 1980, Educación musical
La terapia o terapéutica es la parte de la medicina que enseña el modo de tratar las enfermedades. Ergo, para que algo pueda cumplir una acción "terapéutica" debe aplicarse a una enfermedad. Los científicos de hoy han encontrado que la frecuentación de diversos haceres -artísticos algunos y entre ellos naturalmente, los musicales- coadyuvan al tratamiento y mejoramiento de pacientes de diversas naturalezas y edades. Por ello, se ha ido desenvolviendo una encomiable especialización, la musicoterapia, que cuando es enfocada con seriedad, con una buena formación científica y musical en el profesional, y una ubicación equilibrada en un equipo conducido por médicos y psicólogos, puede cumplir eficientemente la noble función de ayudar al que sufre.
Ahora bien, lo que no creemos adecuado es el uso abaratado -por semánticamente incorrecto- de la afirmación de que la música es un agente terápico cuando... colabora a ocupar el tiempo libre, o provoca solaz al espíritu, o acerca grupos de familiares o amigos.
Aquí, la actividad musical funciona en sentido lato, como medio de comunicación, como ocasión de compartir, como búsqueda de la elevación del espíritu, como aproximación a las experiencias estéticas que significa la frecuentación de las grandes obras de los compositores insignes.
Sin embargo, aceptamos que estas vivencias puedan cumplir funciones profilácticas, o sea, de prevención de enfermedades.
No estamos jugando con el significado de las palabras sino buscando esa claridad conceptual que es propia del buen pensar que promueve la comprensión y el uso correcto de la capacidad de decidir, cuando debe hacerse una opción.
En síntesis. Habrá terapia -o musicoterapia- cuando se hable de curar o tratar una enfermedad.
Será profiláctico el hacer que busca prevenir o neutralizar una enfermedad. Así. para un niño con tendencia exagerada al retraimiento, la participación en un coro puede ser una experiencia de apertura a la socialización.
Y, además, estará todo lo otro. El escuchar o hacer música por el mero placer que ello produce. El asistir a un concierto por búsqueda del goce auditivo. En síntesis: el vivir la música como experiencia estética e las diferentes maneras en que es dable esa íntima relación hombre-mundo del sonido.
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