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CARLOS SUFFERN
por Ana María Mondolo

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Carlos Suffern
(Luján, provincia de Buenos Aires, 25-09-1901;
Ciudad de Buenos Aires, 31-05-1991)

Carlos Suffern
 

Carlos Aurelio Suffern, compositor, musicógrafo y docente. Tuvo por principales maestros de piano a César Stiattesi, en el Conservatorio Santa Cecilia de Buenos Aires, y a Ernesto Drangosch, en el Conservatorio Nacional de Música y Declamación (1924). En este último instituto cursó composición, a partir de 1925, junto a Athos Palma, José André y Constantino Gaito.
Su figura se destacó especialmente por haber cumplido a lo largo de sus casi noventa años de vida una relevante actuación en diferentes ámbitos del quehacer musical argentino. Fue director artístico del Teatro Colón (1949-1950; 1970-1972) y uno de los fundadores del Mozarteum Argentino. Entre 1950 y 1954 ejerció la jefatura en la División Música de la ex Dirección General de Cultura de la Nación. Allí logró realizar uno de sus proyectos más importantes: poner por primera vez a la música de su país en el mismo nivel de la universal. 

"Una obra no ejecutada es como si no existiera. Se debe romper con la tradición de hacer una paginita como de lástima porque hay que poner un argentino en el programa". 

Esta convicción, que lamentablemente no se ha vuelto a repetir, no sólo permitió la difusión de todos los géneros sino también la actuación de las generaciones jóvenes de compositores e intérpretes. Así figuraron en los programas nombres tales como los de Roberto Caamaño, Rodolfo Arizaga, Marcelo Koc, Virtú Maragno, Antonio Tauriello, Carlos Tuxen - Bang, que por aquel entonces contaban con alrededor de treinta años de edad. Muchos de los ciclos organizados en el marco de esta institución llegaron a desarrollarse en forma simultánea. De ellos podemos recordar "Panorama general de la música argentina de cámara" (1952), el cual consistió en veinte sesiones con ciento setenta y cuatro obras (veintitres de ellas en estreno), de setenta y cuatro autores con más de trescientas cincuenta personas entre solistas, directores, conjuntos vocales e instrumentales. Asimismo se dictaron, en hámbitos tales como la Universidad de Buenos Aires, los cursos "Panorama de la música argentina", "Propulsores de la música argentina" y "Cuadro general de la música argentina con referencia a sus factores primordiales: el creador y el medio".
En 1963 suffern se convirtió en el primer delegado de música académica que integró el directorio de SADAIC, para promover desde su puesto de vocal los intereses primordialmente mutuales y de defensa de los derechos de autor que avala la entidad. Un año más tarde fue elegido para presidir la Asociación Argentina de Compositores (1964-1966), cargo que ocuparía posteriormente por espacio de tres períodos consecutivos (1970-1980), convirtiéndose luego en Presidente Honorario. Durante la década del '70 también fue presidente del Consejo Argentino de la Música (CAMU; 1972-1977), entidad que lo acogió en 1986 como Miembro Honorario, y del Comité Latino Americano para la Música (CLAM; 1973-1977). A partir de 1990 participó del Consejo Consultivo de Radio Nacional para asesorar en materia de música clásica. 
Dentro del terreno de la crítica musical, quien había sido el primer Miembro Honorario de la Asociación Argentina en esa materia, ejerció en forma estable su actividad en el diario La Razón (1931-1935) y la revista Lyra (1947-1957), colaborando a la par en publicaciones tales como Artes y Letras, Ars, Polifonía, Opus, Clave (Montevideo, Uruguay), Méjico en la Cultura y El Universal (Méjico), entre otras. Nunca fue condescendiente. Como ejemplo, basta recordar uno de sus primeros escrito, aquel referido a la ópera de Raúl H. Espoile, que consistió en un recuadro oblongo en blanco dentro del cual decía 

"se estrenó en el Colón La Ciudad Roja de vergüenza" (1936).

Como conferencista desplegó una notable trayectoria en el marco de la Asociación Wagneriana de Buenos Aires, Biblioteca Rivadavia, El Ateneo, Radio el Mundo, Radio Nacional, etc.
En el campo de la docencia fundó la cátedra de Historia de la Música Argentina del Conservatorio Nacional (1953). En este instituto también dictó Historia de la Música, Introducción a la Musicología, Fuga, Formas Musicales, haciéndose cargo de la jefatura del Departamento de Materias Histórico - Estéticas y de la vicerrectoría (1964-1965). Además integró el claustro inicial de la Escuela Superior de Música de la Universidad Nacional del Litoral (Santa Fe), donce impartió armonía. También ejerció su magisterio en el Conservatorio Municipal Manuel de Falla, la Facultad de Artes y Ciencias Musicales (UCA) y las universidades nacionales de La Plata, Rosario y Buenos Aires (UBA). 
Como jurado participó en concursos de entidades oficiales y particulares de su país, teniendo el honor de que en 1954 un grupo de cuatrocientas figuras nacionales instituyeran el premio "Carlos Suffern" en composición. 
Este músico fue una de las pocas personalidades que pudieron disfrutar en vida del reconocimiento del medio artístico en el cual se desenvolvió. Siempre dispuesto a asesorar a quien lo requiriera, contó hasta sus últimos días con la afectuosa compañía de discípulos, colegas y amigos, recibiendo lauros de la talla del Premio San Francisco Solano de la Unión Compositores de la Argentina, mención de Cavaliere Ufficciale de la República Italiana (1972), Premio Consagración Nacional de la Secretaría de Cultura de la Nación (1980), Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires (1984), Gran Premio Fondo Nacional de las Artes (1987), Distinción 1989 de la Asociación de Críticos Musicales de la Argentina, Premio "Mozart" a la Trayectoria (1990).
La producción compositiva de Carlos Suffern no es numerosa. Una buena parte de sus obras quedaron inconclusas o resultaron descartadas por el autor. Entre ellas encontramos Conde Arnaldos para seis voces a cappella con textos del Romancero hispano; Cuarteto en la menor (c. 1930-1933) para piano y cuerdas, del cual sólo se estrenó el primer movimiento; un Andantino para voces solistas, coro y orquesta; Belkiss, la Reina de Saba - narración legendaria sobre poemas de Suffern basados en el texto original de Mordous - que fuera proyectada para solistas, recitante, coro y orquesta; y la Sonata en si menor (Diálogo) para violín y piano (1930), ejecutada por primera vez en forma integral en 1933, de la cual sólo se conserva el tercer movimiento.
Resta citar tres obras que, aunque Suffern nunca las llegó a completar, generaron nuevas composiciones. Alrededor de 1932 concibió la idea de componer el Salmo VI, para bajo, órgano, celo y coro que se convirtió en la base del Interludio homónimo para celo y arpa (o piano). Otro tanto sucedió con La tierna historia del Principe Jazmín y la Princesa Almendra, ballet en un acto para solos, coro y orquesta, basado en un cuento de Las mil y una noches. Su bosquejo fue desarrollado entre 1934 y 1941, en base al siguiente plan: Cuadro I, El mensajero del amor: 1) Canción del derviche, 2) Danza frenética; Cuadro II, Locura de amor: 3) Canción de la doncella, 4) Danza del príncipe y la princesa, 5) Danza del padre; Cuadro III, Y se desvanecieron como el alcanfor: 6) Danza del unicornio, 7) Final. De esta obra sólo se conservan los cuatro primeros trozos en versión para piano y el sexto en transcripción para dos pianos.

Juegos rústicos es otra de las composiciones que permanece inconclusa. Fue ideada alrededor de 1942, para voces y un pequeño conjunto instrumental, sobre textos del Romancero español. La constituían catorce partes: 1) "Primer preludio", 2) "Canción coral", 3) "Montañesa", 4) "Pastorela", 5) "Danza de cabras", 6) "Rosa fresca", 7) "Coral para cuatro voces", 8) "Romance pastoril", 9) "La ermita de San Simón", 10) "Durandarte", 11) "El prisionero", 12) "Yo me era mora moraima", 13) "Romance de Don Tristán" y 14) "La constancia". Las últimas cinco secciones forman los Cinco romances viejos para soprano, flauta, viola, arpa y percusión, merecedoras en 1946 del Premio Municipal de Música. Como piezas sueltas quedaron Pastorela, para dos voces iguales vocalizadas, arpa y viola, y Danza de cabras, para oboe y arpa. Finalmente los números Rosa fresca y Romance pastoril permanecen en versión para coro mixto a cappella.
Suffern fue un autocrítico severo que prefirió conservar sólo aquellas obras 

"que me convencen totalmente. [...] Compongo para que la obra dure. La música es o no es. Si es, no tiene edad; si no es, tiene arrugas, no edad. Pienso en mi propia obra como testimonio de mi intimidad. Escribo sólo por necesidad, por un poderoso mandato interior que no me permite hacer otra cosa".

De las partituras originales que el músico retuvo en su catálogo Savonarola constituye su única incursión dentro del terreno de la música incidental. Es un trozo organístico que acompaña el recitado del personaje central de la obra homónima de Agustín Pérez Pardella.
Para orquesta escribió cuatro composiciones: Dos bocetos sinfónicos (1932) que obtuvieron el Premio Municipal de 1936; Aire con diferencias (1938), para cuerdas; La noche, Premio Municipal de 1942; y Obertura para el Rey Lear (1961). De éstas, indudablemente la más conocida es La noche, poema sinfónico en el que tradujo la imagen del verso del libro IV de La Eneida de Virgilio: "Quum medio volvuntur sidera lapsu sub nocte silenti". La obra tiene un único tema que sirve de base a la estructura melódica; es un canto amplio y sereno sobre una orquestación con zonas de color cambiante en una tenue atmósfera de sabor impresionista. Suffern consideró a esta obra como "un paisaje espiritual". En ocación de su estreno, que había tenido lugar en el teatro Colón, bajo la batuta de Albert Wolff, en 1944, el cronista de La Razón escribía: 

"Esta [...] página para orquesta del joven autor dice de una musicalidad efectiva, de una vitalidad interior real. Evidentemente hay en La noche algo más que promesas lejanas: esperemos con confianza las obras de madurez de Carlos Suffern" (abril, 1944).

Dentro del género orquestal con solistas dejó sólo un ejemplo: Les orientales, para contralto, bajo y orquesta, que data de 1928. La misma surgió a partir de la lectura del libro homónimo de Victor Hugo. Su plan original abarcaba cinco poemas y sólo llegó a orquestar tres - "Grito de Guerra de Mufti", "Claro de luna" y "Extasis" - quedando descartados "Sarah, la bañista", "El adiós de la tabernera árabe" y una inconclusa "Marcha turca", tan sólo esbozada. Los tres números de la obra no son comentarios musicales, sino recreaciones independientes, en las que el texto constituye el hilo conductor para conformar el devenir de la música. Dicho texto en el primer poema elegido, "Grito de Guerra del Mufti", alude a una vibrante llamada religiosa a la guerra santa para defender el imperio turco contra las pretensiones de los francos, que aspiraban desterrar la fe de Mahoma y transformar nuevamente la plácida Setiniah musulmana en la antigua y bárbara Atenas. "Claro de luna", evoca la serena noche sobre el mar, contemplada por una sultana, mientras deja caer la guitarra que tocaba; sórdidos ecos de sollozos apagados provienen de un siniestro barco turco, del cual caen pesados sacos que dejan adivinar ocultas formas humanas. Finalmente "Extasis", constituye la presencia de las olas durante una noche estrellada; los ojos visionarios del poeta miran más allá de la realidad circundante, interrogándose acerca del misterio que puebla la infinidad celestial; desde la altura, surgen innumerables armonías que cantan la presencia inconmensurable de Dios en medio de su creación. La obra de Suffern presenta una orquestación clásica, con los instrumentos de viento doblados apenas, sin efectismos tímbricos, salvo el empleo del "tam-tam" en la primera canción, y de arpas y piano en la segunda. Los climas contrastantes son logrados por combinaciones muy sutiles de los timbres empleados y no por medio de agregados especiales. Su estreno tuvo lugar en el teatro Colón, por requerimiento de Albert Wolff, desempeñándose como solistas Zaira Negroni y Felipe Romito, en 1948.
Para conjunto de cámara encontramos: Quinteto op 1 (1928); Cuarteto para piano y cuerdas (1929); Mereciéndote (c. 1930) para violín y piano; Tres villancicos de Navidad para canto, oboe y clave (o piano), con texto de Fryda Schulz de Mantovani, en sus números: "La tarde", "Noche Buena" y "Navidad", el segundo tiene dos versiones y el ejecutante es quien elije la que desea hacer; La urna, (c 1946) para canto y cuarteto de cuerdas, con texto de Enrique Banchs. Las Piezas para violín y piano (c. 1950) fueron encargadas por la Asociación Wagneriana de Buenos Aires y estrenadas en la Asociación Cristiana de Jóvenes, en 1971. Con la Sonata de 1959 para violín y piano obtuvo el Premio "Carlos López Buchardo" de la Asociación Wagneriana (1964); dedicada a la memoria de su padre, surgió de la lectura de La Divina Comedia de Dante. Fue estrenada por Alberto Lysy y Enrique Gelusini en 1968 y consta de tres movimientos: Maestoso, pesante; Divertimento: "...come corpo morto cade" y Aria: "El tránsito". Los dos instrumentos son tratados con total independencia para enfatizar al máximo la aptitud cantable del violín respecto de la fuerza estructural y rítmica del teclado. También compuso una Fantasía (c. 1965) para flauta y piano y un Cuarteto (1969).
Entre las obras pianísticas se destacan la Sonata (1938), que es sin duda la más importante, tanto por su escritura, como por su sentido formal y su contenido. Cuentos de niños (suite) (1923), integrada por tres números, mereció el Premio Municipal de 1934; su segunda parte - "Molto tranquilo ed espressivo" - fue orquestada y dada a conocer en el Teatro Cervantes por Adolfo Morpurgo con la agrupación de la Asociación Argentina de Música de Cámara (13-05-1934). 

Cuentos de niños, suite de Carlos Suffern


Los Ocho preludios (c. 1937-1938), es el único ejemplo de lenguaje totalmente atonal. La Leyenda de flores (1936), de atmósfera impresionista, consta de cuatro números: "El pino y la palmera", "La bauhinia", "Rosa té" y "Nympheas".

Dedicada a su madre, La Lavandera era una de sus páginas preferidas.

La Lavandera de Carlos Suffern

"Conozco muy bien la música argentina, pero no he tenido necesidad de hacer una cosa de ese tipo. Sólo tengo una obra que podría considerarse nacionalista, por la temática. La Lavandera, que tiene gran éxito, la aplauden muchísimo, representa una negra mulata que canta. Y si bien podría ser uruguaya, cubana o argentina, la gente cree, por el carácter,. que es una obra argentina."

Dentro del repertorio vocal Suffern encontró su inspiración en textos franceses, castellanos y alemanes. Los poetas preferidos fueron Enrique Banchs, Frida Schulz de Mantovani, Gabriela Mistral, Luis Franco, Antonio Requeni y Gide, entre otros. En algunos casos la poesía pertenece a su autor. Es de destacar también la recurrencia a temas trovadorescos, como las Cantigas de Alfonso el Sabio o las Canciones de Thibaud de Champagne; por otra parte, al igual que varios compositores de su generación o de la precedente, se acercó a las Canciones de Natacha de Juana de Ibarbourou. De los ciclos originales para canto y piano los más frecuentados por los intérpretes son: Dos estampas japonesas (1928; "Le chevalier amoureux" y "Près la ville de toba"), de autor anónimo; Tres poemas de André Gide (1940; "Seuil de la vrai jeunesse", "Printemps plein d'indolence", "La brise vagabonde"); y Con el alba en las manos (c. 1956-1966; "La vertiente", "El dulce engaño", "Lluvia con sol" y "Verano"), con textos de Antonio Requeni. 
En la producción de Suffern podríamos marcar tres "maneras" de expresión que no proceden en forma cronológica, sino que se van entremezclando a través de los años. Una sería la española, con la recurrencia a las Cantigas y al Romancero, en los Juegos rústicos. Otra la impresionista, tomando textos franceses, como en los deliciosos poemas de Gide - de arcaizante sabor modal -; la Leyenda de flores para piano, de sonoridades sugestivas y ricas; o Apsaras, sobre dos pedales diferenciados. La tercera estaría representada por los trozos más elaborados, de armonías densas, duras en muchos casos, de difícil ejecución, con pasajes politonales. En muchos trozos tiende a una gran libertad rítmica, sin barras de compás, como en la quinta de las piezas para violín y piano, escapándose de un pulso regular.
Según las propias palabras de Suffern: 

"Como compositor, soy tardío. Gracias a Dios no tengo nada de precoz. Empecé cuando sentí y creí en la necesidad de hacerlo. [...] No me he atado jamás a ningún principio ni escuela, porque estaría contra mi naturaleza. No tengo el prurito de pertenecer, tampoco a todos los 'ismos' que han [sic.] habido y habrán [sic.]. Por cierto que existe gente con una juventud perenne que está siempre en el último 'ismo'. Yo me coloqué, como buen viejo, desde joven, en el penúltimo, y sigo caminando por allí. Sin embargo, si mañana necesitara expresarme en electrónica, lo haría tranquilamente. [...] Hay una línea de calidad, que es lo que considero indispensable; hay una línea de fehacencia [sic], que también la considero indispensable dentro de mi modalidad. Y hay, indiscutiblemente, una maduración, un enriquecimiento. [...] El error está en atarse a una técnica. La técnica es un medio. Lo ha dicho Schönberg, que creo entendía algo de eso". (La Prensa, 20-02-1968)

La trayectoria y el "hacer" de Carlos Suffern son múltiples sin duda. Tanto en su obra compositiva, como en los escritos, en la cátedra y en los cargos oficiales que desempeñó dejó una impronta muy fuerte. Su palabra y su consejo fueron siempre buscados por los jóvenes y por sus colegas; su experiencia sirvió de guía y orientación a varias generaciones. Un profundo amor por su tierra y por su música lo llevó a marcar una senda indeleble, que debemos continuar con su misma fuerza, constancia y pasión.

Inés Suffern (hija menor del compositor), Matilde Calandra (compositora), Ana María Mondolo, Lucila Suffern (hija mayor del compositor) y Carlos Suffern. Inés Suffern (hija menor del compositor), Matilde Calandra (compositora), Ana María Mondolo, Lucila Suffern (hija mayor del compositor) y Carlos Suffern
 
 

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Fecha de lanzamiento 1-02-2001
Responsable: Ana María Mondolo